El Vaquero Iluminado

José Cesteros es el primer y el último vaquero de La Latina, es por ahí en donde reúne a su ganado. Su potro se llama Casimiro, tiene dos años, tres ruedas y millones de luces. Lo construyó con sus propias manos y desde entonces lo exhibe acompañado de música por el centro de la ciudad. El corazón de Casimiro no late como el nuestro, baila, porque es un reproductor mp3 que no para de pasar música al ritmo de la ciudad.

No lleva pistola, o quizás sí, no lo sabemos. Su única arma visible es la despreocupación y algunos cigarrillos que ofrece a los que más los necesitan, como si el Karma quisiese recompensarlo. Como buen cowboy nunca está solo, lo acompaña su único vicio: El tabaco. Casimiro hace el recorrido de memoria, sale por La Latina, continúa por plaza Mayor, Mercado de San Miguel, Puerta del Sol, Plaza de Santa Ana, Malasaña y Chueca.

Cuando se cansa, José entra en una de sus tabernas favoritas, donde lo atienden como si lo conocieran de toda la vida.

Cada rincón escondido de Madrid está en la palma de su mano, sabe en donde puede acampar y en donde no. Sabe en donde su música suena mejor. Si no te has cruzado con él en Sol, Huertas o La Latina, no te puedes considerar un verdadero madrileño. La parte que más le gusta del día es la noche, por eso cuando reina el sol arregla electrodomésticos en su tienda familiar. Nunca se lo vio sin su sombrero iluminado y sin sus botas, aunque Casimiro de día descansa en el patio de su casa cargando la batería, como un potro lo haría en las orillas de un río.

Su cara nos muestra las marcas de lo que le costó llegar a su loca sabiduría, la sabiduría que lo llevó a un lugar a donde todos deseamos llegar. Su lugar en el mundo: una silla 100% de cuero que pasea por Madrid.