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Eugenio Ampudia en la colectiva "La biblioteca y el saber: ARCHIVOS, MUTACIONES, CONFIGURACIONES"

Anonimo (no verificado)
      Eugenio Ampudia, profesor del Curso Internacional de Fotografía Conceptual y Artística, particica en la colectiva "La biblioteca y el saber:ARCHIVOS, MUTACIONES, CONFIGURACIONES" con dos piezas de videoarte: “Fuego frío" y "Las palabras son demasiado concretas" La exposición se inaugura hoy, día 20 de marzo en el Centro Cultural Koldo Mitxelena (Donostia - San Sebastián)   “Fuego frío": Los libros incendiados de Eugenio Ampudia, abrasados por llamas que nunca llegan a quemarlos, aluden a la destrucción del saber como un fuego que devora las palabras y los conceptos contenidos en libros y bibliotecas como espacios cerrados. Para el artista, que opera con las ideas y un arte relacional y efímero, “… cualquier libro que permanece demasiado tiempo en una biblioteca habla de un dueño de biblioteca conservador. Yo creo que la biblioteca tiene que ser un espacio relacional, un lugar donde pasan cosas, y si no pasan no sirve para nada, cualquier cosa que permanece quieta nunca es verdad, pues lo que es verdad cambia continuamente”. Los libros en llamas hacen referencia a la tensión entre el conservar, el destruir y el crear de nuevo y a la destrucción del lenguaje y de la historia, como condición de la revolución y la creación, llevada a cabo por la modernidad en la poesía, la literatura, la filosofía y el arte: de ahí la inspiración de Fuego frío en las ideas incendiarias del Manifiesto Futurista de Marinetti: “Quememos las bibliotecas (…) porque las cenizas serán el abono para las nuevas semillas”. Una quema de libros como “acto poético” que libera las ideas de su contención en el tiempo y en el espacio y las abre a la utopía de un mundo nuevo. Pero creación y revolución no siempre han sido liberadoras y la quema “depurativa” no puede eludir sus connotaciones fascistas, ideológicas y antisemitas: libros y bibliotecas en llamas recorren la historia del siglo XX como una tradición siniestra y evocan la memoria de los progroms, las hogueras de la Inquisición, el totalitarismo y el odio al pensamiento y la cultura. La quema de libros de autores judíos y marxistas por los nazis frente a la Universidad Humboldt en Berlín en 1933 fue precedida por las palabras del escritor alemán Heinrich Heine en 1821:“Allí donde se queman libros se acaban quemando seres humanos”. Sin embargo, “Fuego frío” no es una cita histórica sino la alusión crítica a un saber conservador recluido en una biblioteca que, en la sociedad de la imagen y la comunicación, ha de ser transmitido, dinamizado, socializado y no encapsulado en el tiempo.   "Las palabras son demasiado concretas" es el primer tomo que da nombre a una serie de piezas con imagen en movimiento producidas por Eugenio Ampudia para insertar entre los libros de una biblioteca. El título plantea la posibilidad de que las palabras sean demasiado concretas para nombrar la realidad y la creciente importancia de la comunicación visual en la transmisión de las ideas. Las palabras, ocultas en las páginas de libros cerrados, no se ven, mientras que las imágenes en los lomos revelan a la mirada exterior la potencia alegórica de las imágenes en movimiento: el conocimiento se transmite del lector al espectador, del texto a los mecanismos audiovisuales y a una poética visual y una mirada que ya no se inscribe en la “arqueología profunda” del saber y de las bibliotecas, sino en las superficies de las cosas y de las pantallas.  La instalación alude a la importancia del cine en la cultura del siglo XX, como imagen fluida que detenta el poder de una narración innovadora y la destrucción de la representación, el acto expresivo y creativo tanto en el instante como en un flujo continuo: es lo que Deleuze, partiendo de la fenomenología de Bergson, teorizó como la “imagen-movimiento” y la “imagen-tiempo”. Para el artista, es una manera de “… reflexionar sobre algo que se desmaya ante los ojos del espectador, una manera de transmitir que el tiempo pasa y no permanece nunca, incluso cuando se concreta en un momento determinado, al siguiente se desvanece.” La imagen de Al final de la escapada (À bout de souffle, 1960), con Jean-Paul Belmondo huyendo de la persecución y ejecución policial –la muerte– y su última frase, “Esto apesta”, evoca y conecta los cortes, planos, empalmes y “absurdos” de las teorías fílmicas y semióticas más importantes del siglo XX, con Jean-Luc Godard y la Nouvelle Vague, y la literatura kafkiana y los “laberintos” del conocimiento y del poder en el estado moderno. Y, como la propia obra, indica que las palabras son demasiado concretas para nombrar el flujo incesante de la realidad.

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